Nuestra gratitud al Señor por la oportunidad que nos brinda de poder testificar por todo el consejo de Dios, que la Palabra del Señor corra y sea glorificada.
En medio de estos tiempos peligrosos, fluctuantes y de creciente apostasía, sólo la Gracia de Dios puede asistir nuestros corazones para retener, persistir y preservar la sana doctrina que hemos aprendido y de la cual estamos persuadidos.
Todo esto es absolutamente imprescindible para la santa tarea de contender eficazmente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.
Somos plenamente conscientes de la existencia de otros muy amados hermanos en la redondez de la tierra que comparten con nosotros esta vocación, a los cuales anhelamos ardientemente conocer y compartir el santo testimonio de alzar la bandera por la Verdad.
En la santa expectativa de la inminente venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, aguardamos el contacto con todos aquellos fieles y amados hermanos que participen ardientemente de la vocación expresada anteriormente.